lunes, 11 de enero de 2010

REFLEXIONES SOBRE UN ESACÀNDALO

Se preguntaba Rudolf Hommes en su columna de la semana pasada por qué unos temas se vuelven escándalos y otros no. Sugería que se requiere que el grueso del público tome conciencia y que haya un instigador. El cubrimiento que EL TIEMPO le dio al escándalo de Agro Ingreso Seguro (AIS) ofrece una oportunidad para reflexionar al respecto.

A diferencia de los demás medios escritos, EL TIEMPO no profundizó sobre el programa AIS sino sobre los efectos políticos del escándalo. Tomar ese ángulo era una decisión periodística válida dado que sus socios de la revista Cambio ya habían hecho el resto del trabajo. Sin embargo, más que un cubrimiento, lo que hizo EL TIEMPO fue una fabricación inducida para apoyar su interpretación deseada de los efectos políticos del escándalo.

La fabricación sesgada empezó con una pregunta en un foro en el tiempo.com, siguió con una nota que destacaba lo dicho por los foristas y concluyó con un supuesto artículo de análisis. En el foro se indagó a los foristas si creían que Arias debía renunciar por el escándalo de AIS. No sobra recordar que a EL TIEMPO nunca se le ocurrió preguntarles a sus foristas si Juan Manuel Santos debía renunciar por el escándalo de los 'falsos positivos'. En el caso de Arias sí se le ocurrió. Culminado el foro, publicaron una nota titulada 'Indignación y rechazo genera Andrés F. Arias por caso de Agro Ingreso entre lectores de eltiempo.com', en la que destacaban que "la mayoría de usuarios le pide al ex ministro que renuncie a su precandidatura" y que "hubo muy pocos que defendieron a Arias". Luego del foro inducido y la nota destacada, remataron con un artículo cuyo título sentenciaba: 'Andrés Felipe Arias sale debilitado y Juan Manuel Santos logra ventaja en medio del escándalo de AIS'.

Es obvio que Arias sale debilitado, pero no es nada obvio que la consecuencia sea que Santos "logra ventaja". EL TIEMPO asegura que el traspié de Arias "llevó a Juan Manuel Santos a convertirse en un ganador neto esta semana". ¿De dónde saca EL TIEMPO que el espacio perdido por Arias fue ganado por Santos? ¿Hicieron una encuesta? No, pero a falta de encuesta el periódico usó su foro para lanzar la pregunta, inducir la respuesta y construir de allí sus conclusiones.

Aunque Arias no está compitiendo con Santos, sino con Noemí dentro de la consulta conservadora, el supuesto análisis ni siquiera menciona que una de las posibles ganadoras del desliz de Arias es Noemí. Además, el análisis se inventa un hecho para reforzar su argumento. Afirma que una de las razones por las cuales el fortalecido es Santos es que "los conservadores, además, tienen que someterse a una consulta interna para buscar su candidato, mientras 'la U' ya lo tiene: Santos". 'La U' no ha escogido candidato presidencial. Lo único que le han ofrecido a Santos en la U es la jefatura del partido, no la candidatura presidencial. 'La U' es el promotor del referendo reeleccionista y si es aprobado es de esperarse que sea Uribe, no Santos, el candidato presidencial de 'la U'. Supongo que esos hechos dañaban el "enfoque del análisis" y por eso fueron desechados.

"No será fácil que Noemí merezca el respaldo de Uribe, después de que ella lo ha acusado de 'comprar' el referendo y amenazado con 'derrotarlo' en las urnas." Esta frase, casi transcrita de declaraciones de Santos, trata de presentar como periodística la versión de Santos de que él, a diferencia de Noemí, no es un traidor ni quiere derrotar a Uribe. Cualquiera que conozca medianamente la carrera de Santos sabe que cambiar de bando ha sido la constante de su ascenso político, al igual que de Noemí, y cualquiera entiende que ambos quieren suceder a Uribe; sólo que Santos quiere hacerlo sin que parezca una traición, agrego yo.

La calidad periodística de EL TIEMPO está cada vez más comprometida por el creciente conflicto de interés entre sus propósitos comerciales (ganarse el tercer canal) y políticos (cubrir al Gobierno que otorga el canal y a su socio en campaña) y sus deberes periodísticos. Este tipo de cubrimientos sesgados en nada contribuyen a resolver periodísticamente ese conflicto; lo único que logran es evidenciarlo.

N. de la D.: EL TIEMPO rechaza por falsas, malintencionadas y calumniosas las afirmaciones de Claudia López. La Dirección de este diario entiende su descalificación de nuestro trabajo periodístico como una carta de renuncia, que acepta de manera inmediata.

http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/claudialpez/reflexiones-sobre-un-escandalo_6334551-1

''PEQUEÑOS" OLVIDOS Y "GRANDES" MENTIRAS

Conviene tener en cuenta el peligro que constituye la actitud sistemáticamente hostil adoptada por la gran mayoría de los grandes medios periodísticos europeos y norteamericanos (así como la organización Reporteros sin Fronteras) respecto a las experiencias en curso en Ecuador, Bolivia y Venezuela. Esta hostilidad sólo es igual al silencio embarazoso y cómplice con respecto a los golpistas hondureños o a la represión ejercida por el ejército peruano contra los indios de la Amazonia.

Para ilustrar esta afirmación, he aquí algunos hechos recientes:

1.- El 5 de junio de 2009, el ejército peruano asesinó en Bagua a más de 50 indios de la Amazonia que protestaban contra las concesiones de tierras otorgadas por el gobierno de Alan García a unas transnacionales extranjeras, principalmente europeas. Y esto no provocó la reprobación de los grandes grupos de prensa mundiales.[1] En ese momento daban casi en exclusiva la prioridad a las protestas en Irán. No sólo la prensa no reprobó la represión en Perú sino que estos hechos apenas tuvieron eco. Sin embargo, el descontento en Perú era tal que el gobierno tuvo que anunciar la derogación del decreto presidencial contra el que los indios del Amazonas estaban en lucha. Y otra vez más, la cobertura mediática de esa derrota del gobierno peruano fue casi nula. Planteemos la pregunta siguiente: Si una intervención del ejército venezolano o ecuatoriano hubiera provocado la muerte de decenas de indios del Amazonas, ¿cuál hubiera sido la cobertura mediática?

2.- Cuando el presidente constitucional Manuel Zelaya fue destituido por los militares el 28 de junio, la gran mayoría de los media declararon, deformando totalmente la verdad, que los militares habían reaccionado a la voluntad del presidente de modificar la Constitución con el fin de mantenerse en el poder. Muchos medios agregaban que así seguía el ejemplo de Hugo Chávez, presentado como un dirigente populista autoritario. En realidad, Manuel Zelaya sólo proponía a sus conciudadanos pronunciarse a favor de la organización de elecciones generales a una Asamblea Constituyente, que habría representado un verdadero avance democrático en ese país. Lo que es explicado muy bien por Cécile Lamarque y Jérôme Duval, de vuelta de una misión del CADTM a Honduras:


El golpe de Estado tuvo lugar el mismo día en el que Manuel Zelaya organizaba la consulta, de carácter no vinculante, en la se preguntaba a los hondureños si deseaban, o no, la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, después de las elecciones previstas para el 29 de noviembre de 2009. La pregunta era la siguiente : «¿Está usted de acuerdo con que en las elecciones generales de noviembre 2009 se instale una cuarta urna para decidir sobre la convocatoria a una asamblea nacional constituyente que apruebe una nueva Constitución política?[2] Si esta consulta hubiera recogido una mayoría de «sí», el presidente habría sometido un decreto a la aprobación del Congreso para que, el 29 noviembre, los hondureños se pronunciaran formalmente sobre la convocatoria de una constituyente, en una «cuarta urna» (las tres primeras estaban reservadas para la elección de presidente, de diputados y de alcaldes, respectivamente). Para darle un matiz de legalidad al golpe de Estado, el Congreso y la Corte Suprema, aliadas con el golpe, decidieron que la consulta era ilegal y dictaminaron que el presidente Zelaya había «violado la Constitución» al intentar modificarla «para poder pretender un nuevo mandato», como un «aprendiz de dictador chavista». Sin embargo, Manuel Zelaya no buscaba, por la vía de esta consulta, renovar su mandato presidencial en las próximas elecciones legislativas, ya que éstas se realizarían en el marco de la actual Constitución, que prevé mandatos presidenciales de cuatro años no renovables. Por lo tanto, Zelaya no podía ser candidato a su propia sucesión.[3]

Mientras que los movimientos populares de oposición al golpe de Estado multiplicaron las huelgas y manifestaciones en julio, agosto y septiembre, los grandes medios periodísticos les dedicaron apenas unas líneas. Las pocas veces que los grandes diarios dedican un artículo de fondo a la situación en Honduras, practican una política denigratoria con respecto al presidente constitucional, en el caso en que no presenten directamente a la acción de los militares como un golpe militar democrático. Por ejemplo, The Wall Street Journal decía en su editorial del 1 de julio de 2009: «El golpe militar ocurrido en Honduras el pasado 28 de junio y que llevó al exilio al presidente de ese país centroamericano, Manuel Zelaya, es extrañamente democrático». El editorial agregaba que «las autoridades legislativas y judiciales permanecieron intactas» [4] tras la acción militar. Por otra parte, y de forma más matizada, el conocidísimo diario francés Le Monde participó también en esta campaña. He aquí un ejemplo: El 12 de septiembre de 2009, Jean-Michel Caroit, su enviado especial en Honduras, citó las palabras de una francesa expatriada en ese país y a continuación agregó la mentira sistemáticamente repetida sobre las malas intenciones atribuidas a Manuel Zelaya. «Para los hondureños el retorno de Zelaya es inaceptable ya que significaría 20 años de dictadura a la [Hugo] Chávez», exclamaba Marianne Cadario, refiriéndose al presidente de Venezuela, quien —como su aliado Manuel Zelaya pretendía hacerlo— modifico la Constitución para poder ser reelegido. Madame Cadario, una francesa instalada en Honduras desde hace 30 años, dice estar «muy asombrada por la reacción de la comunidad internacional», que ha condenado el golpe» (el subrayado es del autor)[5].

El tono de diarios como Le Monde y Libération comenzó a cambiar a finales de septiembre, después de que los golpistas subieran algunos grados en la represión. Dicho esto, Libération merece un premio por la utilización de eufemismos. En efecto, el 28 de septiembre de 2009 (justamente tres meses después del golpe), subtitulaba con «Perfume de dictadura» el párrafo en el que se explicaba que el gobierno golpista había decretado: «la prohibición de “toda reunión pública no autorizada”, detención de “cualquier persona que ponga en peligro su vida o la de los demás”, “evacuación” de locales ocupados por manifestantes e interferencias de “la emisión por cualquier medio de los programas que traten de alterar la paz”».[6]

3.- A comienzos de agosto de 2009, la intención de las autoridades venezolanas de cuestionar el derecho de emisión de 34 radios y televisiones encontró un eco importante en la prensa internacional sobre el lema: «es una prueba más de la casi desaparición del derecho de expresión y de crítica en ese país autoritario.» La manera como la gran prensa trata la situación de los medios venezolanos es unilateralmente hostil a las autoridades del país, mientras que el 90 % de estos medios son privados y sostienen en su gran mayoría muy activamente las campañas de desinformación. Globovisión, una de las principales cadenas privadas, participó activamente en el golpe de Estado militar contra Chávez del 11 de abril de 2002. Un reportaje realizado por Globovisión dio la vuelta al mundo el 11 de abril de 2002 y los días siguientes al golpe militar. Se trataba de un montaje que falsificaba la realidad. Se veían civiles presentados como chavistas disparando sus pistolas desde un puente hacia una dirección no identificable. La voz en off del periodista de Globovisión afirmaba que los chavistas estaban a punto de matar a manifestantes de la oposición que desfilaban pacíficamente en la calle que pasa por debajo del puente. La policía venezolana pudo reconstruir el desarrollo exacto de los hechos a partir del análisis de los reportajes y de las diferentes fotos tomadas por particulares el 11 de abril de 2009. En realidad, los militantes chavistas que, según Globovisión tiraban a los manifestantes, respondían a un tiroteo que provenía de un blindado de la policía metropolitana, aliada a los golpistas. Los manifestantes de la oposición ya no estaban en la calle hacia la que tiraban los chavistas en el momento de los hechos. Varias fuentes pudieron demostrar de manera inequívoca que los golpistas habían programado el asesinato de manifestantes antichavistas, para atribuirle esos crímenes a Chávez y justificar el golpe de Estado. El 11 de abril de 2008, los teleespectadores venezolanos pudieron rever las imágenes de la conferencia de prensa dada por los militares golpistas cuando todavía ningún manifestante había sido asesinado. Sin embargo, esos militares afirmaban que tomaban el poder como respuesta a los asesinatos efectuados por los chavistas, lo que corrobora claramente la tesis de que se había planificado deliberadamente esos asesinatos para justificar su acción sediciosa.

Durante los dos días siguientes, el 12 y 13 de abril de 2002, cuando centenares de miles de personas sin armas rodeaban los cuarteles golpistas para reclamar el retorno de Hugo Chávez, que estaba prisionero, Globovisión no difundió ninguna imagen de estas protestas, y explicaba que la calma había vuelto al país y que Hugo Chávez había presentado su dimisión y estaba de camino a Cuba. Durante las últimas horas del golpe, esta cadena se contentaba con difundir dibujos animados y emisiones de variedades [7]. Globovisión fue por lo tanto cómplice de los golpistas en varios momentos clave lo que condujo a asociaciones de padres de víctimas y de supervivientes heridos a exigir una condena para la cadena. Y hasta ahora el gobierno chavista se ha negado a hacerlo para evitar que la campaña internacional desplegada en su contra no se intensifique. Por otro lado, varias asociaciones de defensa de los derechos humanos están descontentas con esta actitud pasiva de las autoridades venezolanas.

Más recientemente, Globovisión manifestó sus simpatías por el golpe de Estado del 28 de junio en Honduras. Desde el mismo momento del golpe, los conductores de los diversos programas de Globovisión lo apoyaron y acusaron a su vez al gobierno de Chávez de injerencia por haber condenado el golpe. En ese sentido, Guillermo Zuloaga, presidente de Globovisión afirmó el 17 de julio que: «El gobierno de Micheletti está ajustado a la Constitución, y nosotros quisiéramos, nos encantaría, que aquí en Venezuela se respetara la Constitución como se está respetando en Honduras», indicando con estas palabras un claro apoyo al gobierno golpista.

Nunca Globovisión fue objeto de ninguna prohibición de emitir. ¿Cuál es el gran medio norteamericano o europeo que menciona este hecho? ¿Qué gran medio europeo o norteamericano informa al público de que la gran mayoría de medios están controlados por el sector privado? Y que representan el 90 % de la audiencia en el nivel de la televisión. Que atacan con extrema violencia al gobierno presentado como una dictadura y que algunos de ellos, a pesar de haber participado activamente en el golpe de Estado contra un presidente constitucional, continúan emitiendo libremente desde hace siete años. ¿Podríamos imaginar que el general De Gaulle no habría tomado medidas represivas respecto a un diario, una radio, o una televisión que hubiera apoyado activamente el golpe de la OAS en el momento de la guerra de Argelia? ¿Encontraríamos normal que el gobierno español no tomase medidas contra los medios que hubieran apoyado activamente, en tiempo real, al coronel Tejero cuando, a la cabeza de un grupo de militares golpistas, amenazó con su arma a los diputados presentes en las Cortes? [8]

Si Manuel Zelaya fuera restituido como presidente constitucional, ¿acaso él mismo y su gobierno no tendrían todo el derecho de pedir cuentas y de tomar medidas contra los propietarios de los medios de Honduras que apoyaron en forma sistemática a los golpistas, deformando la realidad y encubriendo las múltiples violaciones de los derechos humanos cometidos por las fuerzas de represión?

4.- Los gastos de armamento: Si leemos la prensa europea o de América del Norte, se tiene la impresión de que Venezuela está por hacer importantes gastos en armamento (en especial con Rusia), lo que constituye una amenaza para la paz en la región. Pero si creemos a la CIA,[9] la situación es totalmente diferente: el presupuesto militar venezolano es el 6º de la región en orden de importancia, y viene después de los de Brasil, Argentina, Chile (mucho menos poblado que Venezuela y considerado un modelo), Colombia y México. En términos relativos, considerando el producto interior bruto de cada país, el presupuesto venezolano sería el noveno de Latinoamérica.

¿Hemos podido leer esta información en la gran prensa? Por el contrario, habremos leído en agosto de 2009 que Suecia le pedía cuentas a Venezuela porque el gobierno colombiano había denunciado a su vecino, una vez más, como proveedor de armas a la guerrilla de las FARC. Suecia había declarado en Colombia que los misiles SAAB encontrados en un campo de las FARC habían sido suministrados a Venezuela. ¿Quién pudo leer la respuesta detallada dada por Hugo Chávez? Los misiles en cuestión habían sido robados en un puerto venezolano en 1995, cuatro años antes de que Chávez accediera a la presidencia de la República...

Conclusión: Es necesario ser concientes de esta asimetría con la que los medios tratan a los acontecimientos y mantener un espíritu muy crítico. El descrédito volcado sobre Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales es de tal magnitud que prepara a la opinión pública internacional a la pasividad para el caso en que una nueva tentativa de golpe de estado se produjera o a la aprobación de medidas agresivas tomadas por un gobierno como el de Estados Unidos. Entre las acusaciones insidiosas sin ningún fundamento, podemos leer en la prensa española (entre ellos El País) que la campaña electoral de Rafael Correa fue financiada por las FARC. También podemos leer que las autoridades venezolanas no combaten el narcotráfico. El descrédito que la prensa otorgó al presidente Zelaya trata de impedir una movilización de la opinión internacional en favor a su restitución como jefe de Estado.

Traducido por Griselda Pinero y Raul Quiroz


Original en francés: http://www.cadtm.org/Venezuela-Honduras-Perou-Equateur


Notas:

[1] Véase: http://www.cadtm.org/El-CADTM-se-solidariza-plenamente y http://www.cadtm.org/Perou-le-massacre-de-Bagua

[2] http://www.elsoca.org/index.php?option=com_content&view=article&id=501:honduras

[3] Cécile Lamarque et Jérome Duval, «Honduras: Pourquoi le coup d’État», 17 de septiembre de 2009, www.cadtm.org/Honduras-Pourquoi-le-coup-d-Etat

[4] Citado por Decio Machado «Quiénes apoyan al gobierno ilegítimo de Roberto Micheletti” http://www.cadtm.org/Quienes-apoyan-al-gobierno

[5] Jean-Michel Caroit, «Au Honduras, la campagne électorale s’ouvre dans un climat de haine», Le Monde, p. 8, sábado 12 de septiembre de 2009.

[6] http://www.liberation.fr/monde/0101593847-le-honduras-s-enfonce-dans-la-crise

[7] Es interesante mencionar con respecto a este tema la iniciativa tomada por el gobierno de Hugo Chávez el 11 de abril de 2008, 6 años después del golpe de Estado. El gobierno utilizó su derecho de emisión tanto a través de antenas privadas como públicas, para difundir el reportaje completo realizado por las cadenas privadas antichavistas (Globovisión, RCTV...) de la sesión oficial de entronización del presidente y del gobierno golpista en uno de los salones del palacio presidencial de Miraflores. El programa, al que todos los espectadores venezolanos pudieron asistir el 11 de abril de 2002, fue por lo tanto difundido de nuevo sin ningún corte y sin ningún comentario crítico por parte del gobierno chavista. Éste contó con el espíritu crítico de la sociedad venezolana para que ella misma se hiciera una opinión sobre la complicidad activa de los medios privados con los responsables del golpe, entre los que se podía reconocer las principales autoridades de la Iglesia católica, los jefes militares facciosos, los dirigentes del sindicato amarillo CTV (central de Trabajadores de Venezuela), los dirigentes de empresas privadas y el presidente de la Federación Patronal Venezolana (Fedecámaras), Pedro Carmona. Debemos señalar que este presidente, que ocupó el poder durante sólo cerca de 36 horas, es actualmente apodado «Pepe el breve» (aludiendo al histórico Pepino el breve).


[8] El 23 de febrero de 1981, en el Congreso tuvo lugar una tentativa de golpe de Estado organizado por sectores franquistas. El coronel, que lo encabezaba, amenazó con su arma a los diputados y los tomó de rehenes en el momento de la investidura de un nuevo presidente de gobierno.


[9] Véase http://www.cia.gov/library/publications/the world-factbook/index.html, consultado en marzo de 2009.

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

FASCISMO: INSTRUMENTO DEL GRAN CAPITAL

Fascismo: instrumento del gran capital

El fascismo y la guerra en el siglo XX son dos fenómenos diferentes que tiene la misma causa: la propiedad privada de los medios de producción, y la división del mundo en estados nacionales. En última instancia, el fascismo es un instrumento del gran capital para dominar al pueblo. Como la guerra moderna, involucra en su desarrollo a toda la sociedad. Se tratará de dominar al proletariado por el terror, para evitar las tendencias revolucionarias. Ningún régimen político puede gobernar contra la clase que ostenta el poder económico.

A pesar de ser un instrumento del gran capital, el fascismo se nutre, fundamentalmente, de la pequeña burguesía empobrecida y descontenta, y del proletariado marginal. Lo que no evita que el fascismo continúe siendo el arma del capitalismo decadente que pretende controlar la economía desde el poder político, sin que parezca que está involucrado el poder económico.

El fascismo nace tras la Primera Guerra Mundial, desde la ideología de los nacionalismos radicales, en Italia, donde se forman los fascios, que serán la primera gran organización fascista, la cual está integrada, principalmente, por ex combatientes. Italia está entre los países vencedores de la guerra, pero se siente perjudicada en los tratados de paz. Los fascios se desarrollan, extraordinariamente, bajo el mando de Benito Mussolini, y en 1922 marchan sobre Roma y toman el poder, que les es entregado por el rey Víctor Manuel III.

Existen numerosas interpretaciones sobre lo que es el fascismo, pero popularmente se tiende a confundirlo con los conservadores tradicionales, monárquicos, y la búsqueda de ley y orden dentro de la derecha. Veremos que esta interpretación no es correcta. El fascismo es, ante todo, un instrumento del gran capital y no una rebelión mística de la pequeña burguesía. También está la tesis liberal, individualista, que afirma que hay una identidad próxima entre el fascismo y el comunismo, por ser ambos regímenes totalitarios que se mantienen por el terror. Para ellos, el fascismo, como tal, no existe.

1. Naturaleza del fascismo

La mayor parte de los fascismos se definen, en lo político, progresivamente, al calor del oportunismo demagógico sobre los acontecimientos políticos del país. El nazismo es una excepción, puesto que nace ya constituido como una ideología, con una literatura, antes de implantarse en la sociedad, aunque también aprovecha oportunistamente los descontentos y los fantasmas que hay en la sociedad alemana. En 1923 Adolf Hitler escribe Mein Kampf (Mi lucha), donde resumirá su ideología. Pero la mayoría de los fascismos nacen como una protesta instintiva, irracional y violenta que tiene como valor fundamental la acción directa, antiburocrática y antiintelectual. En Italia no asume un programa político hasta que no está en el poder.

Para su consolidación, y para construir su ideología política, utiliza varios elementos anteriores a él, que están en la sociedad. Su originalidad está en que los asocia y los utiliza demagógicamente. De esta forma consigue la adhesión de sectores de la sociedad que de otra forma nunca le hubieran apoyado. Estos elementos son: la reacción nacionalista, la reacción contra la democracia parlamentaria, la reacción tradicional y la crisis económica.

1.1. La reacción nacionalista

Uno de los argumentos que el fascismo utiliza más demagógicamente es el del nacionalismo humillado y traicionado. El nacionalismo fascista es, al igual que el del siglo XIX, integrador y expansionista, pero, a diferencia de aquel, es represor y excluyente. La nación es un mercado libre y grande, según la teoría de los grandes mercados que se desarrolla en el siglo XIX, pero en la ideología fascista degenera en la teoría del espacio vital, según la cual una nación debe dominar los espacios que le suministran materias primas y mercados. Además, debe tener bajo su dominio una zona de seguridad nacional. Esto les lleva a tener una política exterior expansiva, por medio de la guerra.

El sentimiento nacionalista es muy fuerte en Italia, que aunque forma parte de los aliados, vencedores de la Primera Guerra Mundial, se siente como una nación agraviada, porque cree que no recibe lo que le corresponde como vencedora de la guerra, y se ve menospreciada en favor de Yugoslavia.

Las instituciones son las garantes del sentimiento nacional, sobre todo el ejército. Son los ex combatientes quienes se sienten más frustrados. Para ellos el sacrificio de sus camaradas ha sido en vano, y eso es algo que no están dispuestos a permitir. Sus acciones reivindicativas son violentas, y van dirigidas contra el gobierno y las instituciones democráticas, que son corruptas. Este sentimiento no sólo afecta a Italia sino, también, a Francia, Alemania, España y Portugal. En Italia se organizan en fascios, y dan nombre a la ideología y el movimiento. En Francia se organiza la Liga Francesa, en Alemania el Partido Nacional Socialista, y en España, que tiene en la guerra de Marruecos su desagravio particular, la Falange. Aunque todos son fascistas, cada uno de ellos tiene su originalidad y se diferencian entre sí. Como buenos nacionalistas buscan sus señas de identidad.

1.2. La reacción contra la democracia parlamentaria

Otro de los elementos ideológicos que utilizan es la reacción contra la democracia parlamentaria, que en los años de la posguerra, aún habiendo salido fortalecida de la contienda, sufre un descrédito general debido a la crisis económica de los años 30. El fascismo reacciona contra el liberalismo y el libre mercado triunfador en 1918, ya que el gran capital pretende intervenir la economía en su favor.

En ciertos sectores, la demagogia intenta mostrar a la democracia como ineficaz para resolver los problemas, sobre todo de orden público (muchas veces causados por ellos) que se ve alterado por las reacciones revolucionarias socialistas. En Alemania se instaura la República de Weimar, que se considera como el símbolo de la derrota en la guerra, con un régimen democrático.

Las dificultades económicas y las agitaciones sociales hacen aparecer a la democracia como un sistema ineficaz para resolver sus propios problemas y defender «los intereses de su país». La democracia sufre una crisis en sus instituciones en todo el mundo. Se cree que la división en partidos implica la división interna del país, en contra de un «proyecto nacional» común. El objetivo nacional es la negación del individualismo, la subordinación al grupo, la defensa del interés y los derechos nacionales, todo el pueblo coherentemente unido en una mística comunitaria en la que es necesario suprimir la diversidad y someterse a la dirección única, al jefe, que es el que conoce el fin último de todas las acciones.

El fascismo es antiliberal, ya que está en contra de todas las libertades que puedan debilitar a la autoridad y el poder de cohesión del grupo.

Para mantener la demagogia, el fascismo es antirracional, no apela a la razón para convencer e imponer sus tesis, sino que apela al sentimiento irracional. Esto les hace despreciar el intelectualismo, y tener una mística por la fuerza física, la violencia, la juventud, el ejército y la acción directa que se salta todos los trámites burocráticos.

El fascismo es una ideología económicamente intervencionista, ya que su objetivo último es favorecer los intereses del gran capital nacional.

1.3. La reacción tradicional

El fascismo no es la reacción tradicional, no son los monárquicos que añoran el absolutismo y la restauración del Antiguo Régimen, por más que en España se aliasen con los carlistas, que sí eran la reacción tradicional. Son un producto de la sociedad capitalista surgida en la revolución francesa. Apelan a la soberanía nacional, y utilizan para legitimarse los plebiscitos y las elecciones, incluso suelen tener ascensos plenamente democráticos. Tienen un compromiso con la revolución francesa que se observa en sus ideas publicitarias de igualdad y justicia social. Organizan la sociedad capitalista a través de los sindicatos verticales, tienen una política social paternalista y hacen una apuesta decidida por la industrialización y por lo moderno, como los futuristas italianos.

El origen social de sus militantes no es la antigua aristocracia, sino la pequeña burguesía y el proletariado descontento o desempleado, que serán quienes formen los cuadros dirigentes de los partidos. Sus militantes son desempleados y marginados y las clases medias empobrecidas por la crisis económica. La pequeña burguesía aboga por un régimen que controle el mercado en favor suyo.

El fascismo no es una ideología igualitaria, sino que acepta el dirigismo de la elite que forma el partido y que se personifica en la figura del jefe.

La burguesía les tolera, y les utiliza para contener los procesos revolucionarios de la izquierda, durante los años 30. La burguesía les subvenciona y les vota, e incluso les ayuda a conseguir el poder. Pero una vez que están en el poder les tienen en contra, debido a sus excesos.

La lógica del fascismo les lleva a la obediencia al jefe y al poder del partido que manda en el ejército. El estado depende del partido hasta llegar a confundir estado y partido.

Pretende la supresión de la lucha de clases en pos de un «proyecto nacional» cuyo plan sólo conoce el jefe.

El fascismo es una ideología racista, que mitifica la raza dominante, dominadora del mundo, y mitifica su pasado. En Italia se mitifica la grandeza de Roma, y se recupera su saludo tradicional con el brazo en alto y estirado; en Alemania se mitifica el pasado celta y se recupera la cruz gamada; y en España se mitifican la Reconquista y el Imperio y se recuperan el yugo y las flechas, símbolo de los Reyes Católicos.

El racismo se fundamenta en la desigualdad de las razas, y se mitifica a la propia raza, que es la depositaria de todas las virtudes. Es el caso de la apología de la raza aria en Alemania, a la que se considera la única que ha sido capaz de crear una «cultura» y la única que puede crearla. Este racismo no es gratuito ya que lo que pretende es comprometer a la «raza» mayoritaria de la sociedad en su proyecto, asegurándoles que ellos son los beneficiarios de las ventajas que se derivan de su sistema político, marginando a parte de la población.

La crisis económica hace del fascismo, que era un fenómeno residual, un movimiento masivo durante los años 30. La demagogia y la mística servil hacen de los fascistas un grupo violento fácilmente manejable que se utiliza como fuerza de choque contra las organizaciones obreras.

Su ideología les lleva a mitificar, también, la guerra como medio de conseguir sus objetivos y como manera de regenerar la sociedad. Esto supone una política exterior agresiva, un revanchismo nacionalista por los resultados de la primera guerra mundial. Un proyecto unificador de lo que se supone «el país».

No se pueden avivar las pasiones sin ponerles un objetivo a medio plazo, y no se puede alentar la guerra sin declararla en algún momento. El ascenso al poder en varios países de regímenes fascistas abocó a Europa, y al mundo, a una Segunda Guerra Mundial.

2. La crisis económica

La crisis económica que se inicia en 1929 afecta gravemente a la burguesía media, que sufre sus consecuencias y no tiene el seguro de una buena renta, ni la protección del estado. El empobrecimiento de la clase media y el proletariado, y el triunfo de la revolución socialista en Rusia, provoca miedo a una revolución social tanto en la pequeña como en la gran burguesía. Ambas defenderán sus pequeñas o grandes propiedades a cualquier precio.

La crisis afecta a todo el mundo, a causa del concepto liberal de la libertad de mercado. La única manera de que no afecte la crisis a un país es teniendo un mercado protegido. El mercado incontrolado extiende la crisis por todo el mundo, lo que lleva el descontento a las clases medias, y a los parados desencantados y desesperados, cuyo número alcanza unas cifras espectaculares. El paro se convierte en un fenómeno de masas.

La gran burguesía mantiene sus ingresos gracias al proteccionismo del mercado exterior y a la sumisión, a menudo conseguida violentamente, de la clase obrera. Además, la gran burguesía se mantiene también con las subvenciones del estado y las obras públicas. La burguesía sólo es una clase unitaria cuando se siente amenazada por un enemigo externo; de lo contrario tiene frecuentes enfrentamientos internos.

El gran capital utilizará al fascismo como milicia antiobrera, ante el peligro de revolución socialista, lo que unirá a la pequeña y a la gran burguesía frente a un enemigo común, una revolución socialista, que en la época se ve como algo muy posible, ya que ha triunfado en la URSS. Pero los métodos de los agentes fascistas pasarán por encima de la legalidad, formando bandas violentas de matones. Cuando un estado no le asegura sus beneficios, la gran burguesía lanza al poder a los fascistas, que les garantizan la intervención de la economía en su favor, sin el peligro de desórdenes públicos.

2.1. Italia

En Italia, tras la Primera Guerra Mundial, se palpa en todas partes el espíritu revolucionario. Los sindicatos consiguen algunas de sus reivindicaciones más importantes, y tiene en la huelga una de sus armas más eficaces. Se hace necesaria una reforma agraria de tipo político, que es exigida con insistencia.

En esta situación el gran capital recurre a los fascios de Benito Mussolini para atemorizar a los obreros y reventar las huelgas y las manifestaciones de forma violenta. Los fascios se convierten en partido en 1921, un partido cuyo programa aún no está del todo definido, pero que su labor fundamental es organizar algaradas antiobreras. Este partido está financiado por la gran burguesía, y su programa económico pretenderá beneficiarla con una política de grandes obras públicas. En 1922 se produce la marcha sobre Roma y el rey Víctor Manuel III les entrega el poder instaurándose así una dictadura fascista de partido único.

2.2. Alemania

En Alemania se produce una auténtica revolución obrera tras la derrota en la guerra; una revolución en la que se hallan implicados los obreros y los campesinos, pero que no logra triunfar y es aplastada violentamente, tras el asesinato de Rosa Luxemburgo.

Para conjurar el peligro de otra revolución, el gran capital acude a los cuerpos francos y las ligas de combate, que actúan violentamente contra los obreros. En 1920 Adolf Hitler organiza estos grupos en un sólo partido, el Partido Nacional Socialista o Nazi. En 1923 son una organización única, el Partido Nazi. Su programa político está definido desde el principio: habla de los agravios de la guerra, de no pagar, del proteccionismo económico, de la docilidad del estado frente a las potencias extranjeras, y de que el partido debe controlar el estado.

Las clases medias son víctimas de la competencia del libre mercado, y ven con buenos ojos este programa. Para ellos la lucha de clases les es un concepto extraño, ya que son considerados como burguesía por el proletariado, pero no son, ni mucho menos, ricos. Les es más próxima la idea de colaboración de las clases en un proyecto común, la idea de patria y de nación, y de poner el interés general y el estado por encima de las clases.

Los campesinos son parte de la pequeña burguesía, puesto que son pequeños propietarios de las explotaciones que cultivan. Además, los precios agrícolas crecen menos que los industriales, lo que genera una tensión entre agricultura e industria. El principal capital del campesinado es el precio de la tierra.

El Partido Nazi se nutre de estas clases descontentas. Hitler intentará un golpe de estado en 1922, por el que será condenado a prisión, pero ganará las elecciones de 1933.

3. Mística y demagogia

El fascismo no apela a la razón para lanzar sus consignas, sino al sentimiento. Utiliza la mística y la parafernalia publicitaria, la demagogia, para lanzar a las masas contra los obreros revolucionarios. Tienen una organización paramilitar, y anteponen las virtudes de la acción directa frente a la negociación y la burocracia. La violencia y la corrupción son sus formas fundamentales de actuación.

Recurren a la fe irracional. La razón desmontaría todas sus tesis demagógicas. La lógica de lo que sucede se basa en el embaucamiento. Para ellos la solución está en la defensa de un interés general, nunca bien determinado, que sólo conoce el jefe, y a quien hay que obedecer ciegamente porque es el único que tiene todas las claves y el que sabe para qué sirve lo que se está haciendo. Este proyecto nacional implica la disolución del individualismo en el grupo que le acoge. Dentro de este grupo tiene una misión que le supera. Es el recurso a la fe, al misticismo y la obediencia ciega al hombre guía, al dictador providencial, al jefe salvador. Se recurre, también, al mito de los muertos caídos por la patria, en combate.

La propaganda es el medio fundamental para despertar y favorecer la mística demagógica. Se emplean todos los medios que la tecnología más moderna pone a su alcance: iluminación y altavoces, la radio, etc. Se usa todo tipo de símbolos y se repiten las consignas sin pensar, a modo de oraciones. Se apela a la sugestión de la palabra y el discurso demagógico en los mítines y reuniones que despiertan la pasión emotiva. Para ello, utilizan las grandes reuniones y escenografías, desfiles y uniformes que se convierten en fetiches.

Su discurso se fundamenta en un anticapitalismo demagógico y pequeñoburgués. No hace falta demostrar sus afirmaciones: lo dicen y basta. Este discurso cala en las personas menos ilustradas, y en las que más afecta la crisis. Se acusa de todos los males a las potencias extranjeras, a los judíos, banqueros, prestamistas y usureros, al socialismo marxista, etc.; en el fondo, a los competidores del gran capital nacional.

El corporativismo burgués hace creer que la lucha de clases se superará con la colaboración de la burguesía y el proletariado, en un proyecto nacional común. Nace, así, la idea del sindicalismo vertical, gremial, en el que se pone el acento en la ayuda mutua (curiosamente este es un concepto nacido en el anarquismo), pero que está controlado por la gran burguesía. Se trata de erradicar, con este método, la lucha de clases: para ello hay que perseguir a los socialistas.

Ninguna de sus afirmaciones se sostiene racionalmente, ni resiste un análisis medianamente riguroso, por eso es necesario recurrir a la fe y a la demagogia. Esto no quiere decir que no haya gente culta entre los fascistas, pero estos son los que lanzan las proclamas y pertenecen al partido como dirigentes, se aprovechan del partido y de sus militantes.

4. El ascenso del fascismo

Durante los años de entreguerras las bandas fascistas actúan como milicias antiobreras en toda Europa.

4.1. Italia

En Italia las bandas de fascistas nacen entre 1914 y 1918, durante la Primera Guerra Mundial. Muchas de ellas eran controladas por Benito Mussolini, como la Liga Antibolchevique, las Umas, etc. Su estrategia era la de hacer ataques callejeros por sorpresa y reventar manifestaciones.

Los grupos de fascistas se instalan poco a poco en el poder. En 1920 obtienen el Ministerio de la Guerra, y elaboran un plan para contactar con todos los grupos antisocialistas. En 1922 están perfectamente organizados bajo las órdenes de Mussolini y marchan sobre Roma para conquistar el poder, que les es entregado por Víctor Manuel III, en un golpe de estado incruento. Tiene una alianza con el ejército para que no intervenga, en el que le conceden amplios poderes. Una vez en el poder, hacen un plebiscito para legitimar su golpe de estado.

4.2. Alemania

Tras el armisticio florecen en Alemania los grupos antisocialistas, sobre todo después de la fallida revolución de 1920. Se organizan en torno al Partido Nazi. Están más organizados que en otros países, y tienen una ideología predefinida. Cuentan con una sección se asalto, la SA, específicamente violenta. Adolf Hitler es quien controla estos grupos. En 1922 intenta dar un golpe de estado, pero fracasa y es condenado a la cárcel. Será entonces cuando defina su ideología y escriba Mein Kampf (Mi lucha). En 1933 gana las elecciones y se asienta en el poder.

El proletariado no reacciona ante este ascenso del fascismo. Su no intervención está condicionada por ser, en muchos casos, compañeros de clase. Sin embargo, el fascismo está al servicio de la clase dirigente, que tiene la posibilidad de crear un gobierno fuerte que sirva a sus intereses, por eso los fascismos son lanzados al poder.

Una vez en el poder el proceso es el mismo en todas partes. Se suspenden las libertades y los partidos, pero intentan mantener una apariencia legal cambiando la constitución, aunque luego utilizarán la violencia para imponerla. La pequeña burguesía conquista el poder y el partido se confunde con el estado. La burguesía capitalista comienza a retirar la confianza a los fascistas cuando empiezan a gobernar, porque ven que sus excesos generan violencia social y existe la posibilidad de una guerra. Además, los fascistas en el poder se ven obligados a llevar a cabo su programa, demagógico, anticapitalista.

El estado fascista purga al partido y se transforma en una dictadura militar y policiaca. Pero tampoco olvida de dónde viene y quién le ha apoyado para conquistar el poder. No se puede gobernar en contra de la clase que tiene el poder económico. Además, es de la burguesía de donde vienen los fondos económicos.

Nunca deja de tener una base social, gracias a la propaganda y a la demagogia, pero para conseguir sus objetivos es necesario inducir al país a una política exterior expansionista, y al final a una guerra. Sus mayores enemigos no son los partidos de izquierdas, sino la derecha liberal, pues son los competidores directos del electorado y tienen una política económica no intervencionista, a diferencia de ellos. Sin embargo, pone mucho empeño en destruir el sindicalismo obrero, suprimiendo los sindicatos de clase e imponiendo los sindicatos verticales, a la izquierda le quita su fuerza de choque.

5. La política económica

A pesar de proclamarse anticapitalistas, los fascistas restituyen el capitalismo privado de las grandes compañías, eliminando la competencia y creando monopolios estatales. Se hacen exoneraciones fiscales en favor de la burguesía capitalista. Se prohibe abrir nuevas industrias, para eliminar la competencia. Se crean instituciones corporativas y monopolios que mantienen el mercado intervenido. Todos los productores están obligados a tomar acuerdos y cumplirlos. El estado saca a flote las empresas deficitarias, pero manteniéndolas privadas.

El estado es el gran cliente de las grandes empresas: haciendo numerosas obras e impulsando la industria de guerra. Los recursos se obtienen de los impuestos y de la deuda pública. Crea, así, un circuito cerrado de la economía nacional, protegida y autárquica.

La industria ligera y la pequeña burguesía son los grandes perjudicados de este sistema, puesto que no tienen la protección del estado.

Al final, este sistema acabará provocando la segunda guerra mundial y morirá con ella.

Bibliografía

René Rémond: «Introducción a la historia de nuestro tiempo. El siglo XX». Vinces Vives. Barcelona 1980

Stanley G. Payne: «El fascismo». Alianza. Madrid 1982

Daniel Guérin: «Fascismo y gran capital». Fundamentos. Madrid 1973