miércoles, 2 de junio de 2010

ISRAEL ARREMETE CONTRA EL MUNDO POR CASO DE LA FLOTILLA

El primer ministro denuncia un ataque de hipocresía internacional.




Benyamin Netanyahu se encastilló la noche del miércoles frente al “ataque de la hipocresía internacional”. En un discurso televisado, el primer ministro israelí anunció que mantendría el bloqueo de Gaza pese a las presiones procedentes de todo el mundo. Levantar el bloqueo, dijo, supondría convertir Gaza en “una base de misiles iraníes que amenazarían a Israel y a Europa”.
Netanyahu justificó el violento asalto a la flotilla que intentaba romper el bloqueo llevando hasta Gaza material humanitario: “Aquellos no eran barcos de amor, sino de odio”. Según el jefe del Gobierno israelí, “el objetivo de la flotilla no consistía en transportar ayuda, sino en romper el bloqueo, y si eso se hubiera consentido decenas y centenares de barcos cargados de armas habrían llegado a Gaza inmediatamente después”.
El discurso de Netanyahu apeló a un sentimiento profundo de muchos israelíes, el de ciudadanos sitiados en un entorno muy hostil, con la propia existencia en juego e incomprendidos por el mundo. Y siguió descartando cualquier posibilidad de coexistencia pacífica con un enclave gobernado por Hamás, un partido considerado terrorista por las principales potencias occidentales.
El mensaje que Netanyahu y su servicio diplomático intentaban hacer llegar al mundo se basaba en justificar el bloqueo, el asalto a la flotilla (que dejó nueve muertos y decenas de heridos) y cualquier otra acción por razones puramente bélicas. El embajador israelí en Estados Unidos, Michael Oren, había declarado poco antes en una entrevista televisiva que el asalto a los barcos que navegaban rumbo a Gaza en aguas internacionales había sido “perfectamente legal, perfectamente humanitario y responsable”, añadiendo que los estadounidenses hicieron cosas similares “cuando combatieron contra los alemanes y los japoneses en la Segunda Guerra Mundial”.
El conjunto de la clase política israelí parecía sometida a la tensión psicológica de un estado de sitio. Aunque en privado se expresaran duras críticas a Netanyahu y un profundo desaliento ante la situación, en público se mostraba unanimidad y una actitud desafiante ante la presión internacional. El primer ministro británico, David Cameron, se sumó el miércoles a las críticas y pidió que se levantara el bloqueo de Gaza. El enviado europeo a Oriente Próximo, el ex primer ministro Tony Blair, fue más ambiguo: dijo que el bloqueo no servía, pero que tampoco veía cómo podía levantarse.
La tensión ambiental se reflejó en una tormentosa sesión de la Knesset, el Parlamento israelí. La diputada árabe-israelí Hanin Zoabi, que viajaba a bordo de una de las naves de la flotilla, proclamó que la intención del asalto consistía en causar el máximo número de muertos y preguntó por qué el Gobierno no publicaba todas las filmaciones efectuadas. Hubo reacciones durísimas por parte de otros diputados. Uno de ellos, del partido ultranacionalista Yisrael Beitenu (Israel ante todo), lamentó que los soldados se hubieran contenido y hubieran causado sólo nueve muertos. Otros diputados le gritaron cosas como “traidora, solterona, vete a Gaza” y pidieron que se le retirara la inmunidad parlamentaria. El riesgo de violencia física llegó a ser tan alto que en ese mismo momento la Mesa le concedió a Zoabi una escolta de dos guardaespaldas, para evitar agresiones de sus colegas.
Otro diputado árabe, Mohamed Barakeh, defendió a Zoabi y afirmó que sus intenciones al unirse a la flotilla habían sido “nobles”. “Están ustedes tratando de justificar el asesinato a sangre fría de activistas; los soldados no son responsables, lo son quienes organizaron la operación”, dijo. Y siguió: “Ningún país está ahora del lado de Israel. Están solos contra el mundo. Están dañando su propia nación”.
Los ánimos de los diputados y los ciudadanos árabes israelíes estaban especialmente crispados porque la liberación de todos los participantes en el trágico viaje a Gaza había tenido cuatro excepciones: los cuatro árabes israelíes que iban a bordo y que, a diferencia de Zoabi, no disfrutaban de la inmunidad parlamentaria. A esos ciudadanos se les prorrogó la detención por ocho días más, a la espera de la presentación de acusaciones por el fiscal.
Los centenares de activistas liberados, entre ellos los tres españoles, también veían amenazada su salida del país, pese a llevar horas embarcados en aviones, porque varios ciudadanos y organizaciones ultranacionalistas habían presentado recursos judiciales contra la orden gubernamental de deportación inmediata. Los recursos pedían al juez que antes de la deportación se examinaran las posibles responsabilidades penales de cada activista.

http://www.elespectador.com/noticias/elmundo/articulo-206595-israel-arremete-contra-elmundo-caso-de-flotilla