sábado, 20 de noviembre de 2010

Nuevas tecnologías, justicia y democracia

Por:  Sergio De Zubiría
Departamento de Filosofía

La creación del mundo es un asunto que ha suscitado profundas discusiones en todas las culturas. Para la mitología griega, antes que la tierra y el mar fuesen creados, todas las cosas se hallaban en el “caos”, es decir, en una confusa masa sin forma, pesada y muerta, que sin embargo contenía las semillas de la vida. La primera mujer fue llamada Pandora. Cada dios contribuyó en su gestación y perfección: Venus le dio la belleza, Mercurio la persuasión, Apolo la música, etc. Epimeteo tenía en su casa un jarro donde guardaba ciertas cosas nocivas que no había tenido ocasión de emplear y Pandora, plena de curiosidad sobre su contenido, un día la destapó y miró adentro. En breves segundos se escapó del jarro una multitud de plagas para los desventurados seres humanos: reumatismo, envidia, rencor y odio para los espíritus. Y las plagas se esparcieron por el mundo, quedando en el fondo del jarro, solitaria, la esperanza.

Parece que la  contemporánea “caja de Pandora” la simboliza la utilización perversa de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, especialmente los ordenadores personales. Razón tienen los investigadores sobre la “racionalidad informática” cuando subrayan los profundos límites de las nuevas tecnologías para la vida política y jurídica. Señala Gordon Graham, en Internet: una indagación filosófica: “podemos estar seguros de que Internet transformará un cierto número de aspectos de la existencia. Sin embargo, no transformará la vida política hacia terrenos más verdaderamente democráticos ... fortalecerá el declive de la democracia”1. Tomás Maldonado, en Crítica de la razón informática, ubica Internet como una estrategia encaminada a “una mera transferencia del poder de control del Estado a los particulares. En breve: el control, que antes estaba, sobre todo en clave antimonopólica en manos del Estado, ahora pasaría a las agrupaciones monopólicas que, gracias a una excesiva liberalización, se volverían omnipotentes”2.

Los abusos publicitarios y judiciales a que es sometida en Colombia la oposición política, pasan ahora por esa nueva caja perversa Pandora.com. De los computadores emergen verdades a medias, chismes de la vida privada, supuestos seudónimos, criminalización de la protesta social, violaciones de los derechos fundamentales, etc. Con ellos se amenaza, se aterroriza y se absuelve. Gota a gota se va manipulando la noticia y dirigiendo supuestos procesos judiciales.

Estamos ingresando en sociedades que muestran síntomas preocupantes para la vida política y democrática. En primer lugar, un trágico declive del individuo, la vida privada y la intimidad. Estamos experimentando el declive de la vida pública (Hanna Arendt y Richard Sennett) mediante la manipulación total de la vida  privada. En segundo término, un incremento del control por parte de intereses particulares y monopólicos de la vida colectiva. Las transnacionales de la informática controlan la información, la comunicación y la seudopolítica. En tercer lugar, la previsión de nebulosos escenarios para el desarrollo de la democracia directa y el ejercicio de la oposición política. Luego de cada bombardeo y asesinato aparecen como por arte de magia las pruebas “reina” para amedrentar e intentar silenciar a los dirigentes de la izquierda y la oposición.

Al mismo tiempo que las nuevas tecnologías ayudan a incrementar nuestras relaciones interpersonales y a agilizar muchas tareas de la vida cotidiana, también se están debilitando y desvaneciendo aquellos mecanismos que en el pasado permitían una relativa protección de la vida privada, protección que tiene como
horizonte la defensa de la autonomía objetiva y subjetiva como un valor central de la justicia y la democracia. La expansión de dispositivos telemáticos, como Internet, el comercio electrónico, el teléfono móvil, el telepass, las tarjetas de reconocimiento electrónico, los lectores de códigos de barras, los aparatos de identificación biométrica, etc., someten nuestra vida a un engañoso y sutil control permanente. En todos los espacios reina la tendencia a la intrusión, a la violación de los límites de la vida privada de las personas. Podemos declarar nuestra época como una “privacidad en estado de sitio” (Tomás Maldonado).
 
En todo momento estamos obligados a aceptar formas de vigilancia y control que niegan los ideales modernos de identidad, autonomía y dignidad. Se imponen burdas modalidades de acceso y apropiación de los datos personales e íntimos. Las centrales de crédito y los controles financieros pueden “legalmente” acceder a toda la historia personal. Cuando ingresamos a todo edificio público o privado están controlados todos nuestros gestos y desplazamientos. Hasta aceptamos ingenuamente la conveniencia de estar vigilados. Estos procesos actuales hasta pueden “implicar en realidad una fuerte desestabilización en la relación entre identidad personal y memoria. Por memoria, en este caso específico, entiendo la memoria autobiográfica, pero también, y no en menor grado, la memoria colectiva. Es una tesis, lo admito, aún por demostrar, pero que parece confirmarse en algunos avances recientes que me parecen bastante significativos. Resulta evidente que en la actualidad las identidades de las personas son sometidas a duras pruebas por muchas partes, y que las así llamadas crisis de identidad son verdaderamente un mal bastante extendido, tanto que se podría sentir la tentación de considerarlo una especie de mal del siglo”3. La experiencia histórica nos ha mostrado que la intensificación descontrolada de la vigilancia en algún momento conduce al debilitamiento de la identidad y la pérdida de la conciencia de sí mismo. Se convierte en una amenaza para la autonomía y la democracia.

La forma alarmante que ha adquirido en Colombia la presencia de las nuevas tecnologías, es la intromisión desmedida de los ordenadores en el ejercicio autónomo de la justicia. Son la nueva “caja de Pandora” que oscurece el ambiente democrático del ejercicio de la justicia. Sin importar la procedencia y los métodos legales de consecución, se pretende convertir a los computadores en la máquina de la prueba, la deliberación y la acusación. Varios aspectos de la naturaleza de la justicia son denegados en la práctica de estos nuevos usos tecnológicos. Además de los aspectos procedimentales relativos al origen y custodia de las pruebas, emergen elementos substantivos de su naturaleza. Dos son necesarios de destacar. El primero, los componentes morales de la naturaleza de la justicia, entre otros, la defensa de la moralidad intrínseca en la Constitución y la Ley; la necesidad de razonamientos jurídicos con fundamentación moral; la defensa de los derechos fundamentales. El segundo, la necesidad de más democracia para su pulcro respeto, como el respeto por la soberanía popular, la autonomía de una magistratura democrática y la deliberación en la contrastación de la prueba, entre otros. Es decir, estamos en el terreno de cuestiones verdaderamente de principio,filosóficas, no sólo tecnológicas.

Pero como en la mitología griega en el fondo del jarro está, aunque solitaria, la esperanza. Tenemos que transformar la vida política dando mayor relevancia a la movilización social y la lucha en espacios abiertos. Tenemos que reformar el derecho vigente para construir un estatuto de oposición que limite los abusos de Pandora.com. 

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1 Graham, Gordon. Internet: una indagación filosófica. Madrid: Editorial Frónesis, 2001. p. 166.
2 Maldonado, Tomás. Crítica de la razón informática. Barcelona: Ediciones Paidós, 1998. p. 16.
3 Maldonado, Tomás. Memoria y Conocimiento. Sobre los destinos del saber en perspectiva digital. Barcelona: Editorial Gedisa, 2007. p. 42.

Yair Klein quedó en libertad

Foto Semana
Viernes, 19 de Noviembre de 2010 12:36
El mercenario israelí que entrenó a los paramilitares en Colombia fue dejado en libertad por orden de las autoridades de Rusia.
Las autoridades de Rusia concedieron la libertad a Yair Klein, uno de los mercenarios que entrenó a los paramilitares del Magdalena Medio en la década e 1980 en técnicas militares y manejo de explosivos, con que asesinaron a cientos de sindicalistas, jueces, candidatos presidenciales, políticos y población civil en Colombia.

Según la autoridad de ese país, la justicia no tenía argumentos jurídicos para mantener al ex coronel israelita tras las rejas. La decisión se produce justo cuando Colombia intentaba interponer otro recurso para que el mercenario fuera extraditado al país y juzgado por concierto para delinquir, según la sentencia emitida por un juez de Manizales en 2001.

Yair Klein había sido capturado el 28 de agosto de 2007 en el aeropuerto de Moscú, cuando intentaba viajar a Tel Aviv. Estando preso en Rusia, el Gobierno colombiano había pedido su extradición, pero el Tribunal Europeo de Derechos Humanos le negó la petición al igual que el Tribunal de Estrasburgo, que había ordenado la deportación de Klein a Israel donde el mercenario quedaría en libertad.

En medio de las decisiones de la justicia, los abogados del israelita argumentaron que la vida de Klein correría peligro en Colombia si era extraditado.

¿Quién es Yair Klein?
Klein, nacido en 1942 en Kibutz Nizanim, en Israel, ingresó en 1962 como paracaidista a las fuerzas élites de Tzáhal, el ejército israelí. En 1972 fue transferido al comando aanti-terrorista, con el que combatió en las guerras contra Siria y Egipto en 1973 y en la del Líbano en 1982, antes de retirase con el grado de coronel.
En la segunda mitad de los ochenta llegó a Colombia a entrenar grupos paramilitares de Gonzalo Rodríguez Gacha, Pablo Escobar, Gonzalo y Henry Pérez en Puerto Boyacá, en el Magdalena Medio. Le pagaron 80.000 dólares por sus servicios, una cifra exorbitante para la época.

El mercenario dice que se lamenta de no haber podido hacer más en su 'tarea' de acabar con la guerrilla en Colombia y que la causa de la guerra era válida en aquel entonces y lo sigue siendo ahora. Tal y como lo ha venido sosteniendo desde su primera llegada a Colombia, en el programa de televisión 'Hablando con la prensa' volvió a ratificar que el primer contacto con este país fue con el Gobierno.

Su versión es que vino en el 87 para lograr que la Policía contratara su empresa Speardhead para entrenar a sus miembros en asuntos de defensa y seguridad personales. Klein había dicho en años pasados que en ese primer viaje se entrevistó con el general de la policía Carlos Arturo Casadiego y con representantes de la empresa Atlas Seguridad. En 1988 y 1989 hizo nuevas visitas al país “porque fue cuando me contrataron para dictar cursos en Puerto Boyacá”, según le declaró a SEMANA en el 2002.

Cuando llegó a aquel sitio, estuvo en un encuentro “con unos ganaderos de Acdegam que estaban asediados por las guerrillas. Y fue así como llegué a esta región a preparar grupos de autodefensa. Eran ganaderos y campesinos que no aguantaban más a la guerrilla”, dijo en aquel entonces y lo sigue diciendo ahora.
Acdegam contrató los servicios de los mercenarios Klein, Itzhack Shoshany, Abraham Tzedaka, Terry Melnik y otros más de origen británico para desarrollar su guerra. A la sombra estaba el congresista Pablo Emilio Guarín, que fue asesinado en 1987.

Sus alumnos fueron el germen de la primera ola paramilitar de finales de los ochenta, la que acabó con la UP, con cientos de sindicalistas, jueces, candidatos presidenciales. Además, gran parte de los ‘paras’ que estudiaron con él, se volvieron jefes de las Auc más de 10 años después. El mercenario israelí les enseñó a ser expertos en explosivos, tácticas de asalto y técnicas de asesinato.

Yair Klein entrenó a Fidel Castaño; a Alonso de Jesús Baquero, alias ‘El Negro Vladimir’, culpable de cientos de asesinatos contra sindicalistas y miembros de la UP; Rigoberto Rojas, alias ‘El Escorpión’, que dominó parte de la Sierra Nevada hasta finales de los noventa; Gerardo Zuluaga, alias ‘Ponzoña’, segundo al mando de las Autodefensas de Puerto Boyacá: Ramón Isaza, alias ‘El Viejo’, ex jefe de las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio; Iván Roberto Duque, alias ‘Ernesto Báez’: Carlos Castaño; entre muchos otros.

Después de su paso por Colombia, Yair Klein estuvo en Sierra Leona donde fue juzgado por traficar armas para el Frente Revolucionario Unido, uno de los grupos armados que protagonizó una de las peores guerras civiles de África en 1991 y 2002.

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Con información de El Espectador.com y VerdadAbierta.com