domingo, 17 de enero de 2010

LA FIEBRE DEL COLTÁN: EL IMPERIALISMO CONTINÚA


Coltán, materia prima para nuevas tecnologías


- En las provincias del este de Congo Kinshasa se encuentra el 80 % de las reservas mundiales de coltan. Allí han puesto sus ojos las grandes multinacionales, en un fenómeno que la misma Madeleine Albright denominó como “la primera guerra mundial africana”.
El Imperialismo es un concepto pasado de moda para la mayor parte de los historiadores profesionales. Se lo puede o no reconocer vigente cuando se discute “política” actual, pero son muy pocas las veces que oímos hablar “de él” en las discusiones académicas. Claro que su aceptación o rechazo, su vigencia o su reemplazo, dependen del significado que se le otorgue, y dependen, en especial de la perspectiva política (reconocida o no) del que escribe, pero en general parece ser considerada una categoría “política” o anacrónica, sin demasiada importancia para los que estudiamos historia.

Sin embargo desde nuestra perspectiva, la historia que aquí esbozamos no puede ser aprehendida en sus rasgos más importantes si no retomamos la conceptualización que hiciera Lenin a principios del Siglo XX, y que no muchos otros desarrollaran y especificaran para épocas diferentes y países del tercer mundo. Además queremos dejar en claro, en una polémica que se cierne sobre nuestras cabezas mediáticas, que el contenido que el propio Lenin dio al concepto (más bien deberíamos decir el entramado conceptual) es originaria y esencialmente distinto de los significados predominantes hoy sobre el Imperialismo, muy cercanos, quizás a las desventuras de nuestro sentido común, guiado por la simplicidad y la ideología reproductora del orden. De otra manera, recuperamos las coordenadas básicas de la conceptualización leninista para ponerla en el terreno de la lucha por la construcción (que es permanente) de nuestro sentido común, sobretodo en lo que hace a la dilucidación de lo que constituyen los rasgos más significativos del capitalismo hoy, “pues sin si estudio será imposible valorar y comprender la política actual”.

Haremos desde aquí un sintético viaje al Africa Central. Y ustedes dirán, ¿en busca del Imperialismo? No, no, no. Iremos buscando el coltan, o si se prefiere, el colombio-tántalo. Lenin, por supuesto, no sabía de la existencia de este mineral de tan grandes propiedades...mercantiles. El coltan es la conjunción de dos minerales considerados materias primas estratégicas para el desarrollo de las nuevas tecnologías.

De acuerdo a lo que parecen ser propiedades fisico-químicas “mágicas”, este mineral es fundamental para las industrias de aparatos electrónicos, centrales atómicas y espaciales, misiles balísticos, video juegos, aparatos de diagnóstico médico no invasivos, trenes sin ruedas (magnéticos), fibra óptica, etc.. Sin embargo el 60 % de su producción se destina a la elaboración de los condensadores y otras partes de los teléfonos celulares. El coltan permite que uno de los sueños occidentales se haga realidad, con él las baterías de los minicelulares de bolsillo mantienen por más tiempo su carga, ya que los microchips de nueva generación que con él se elaboran optimizan el consumo de corriente eléctrica. Después de ser usado en un principio para los filamentos de las “lamparitas”, luego fue reemplazado en esta función por el más barato y accesible tugsteno, y parecía condenado al olvido.

Sin embargo en las últimas décadas el valor volvió a preñar al coltan, volvió a darle vivacidad, a convertirlo en mercancía. Mucho más cuando se produjo el boom comercial de los teléfonos móviles que en número de 500.000 inundaron el mercado en el 2000. Desde unos años antes, sin embargo, el colombio-tantalio que era extraído en Brasil, Australia y Tailandia había empezado a escasear. La japonesa Sony, por ejemplo, tuvo que aplazar el lanzamiento de la segunda versión del juguete preferido de los niños occidentales, el Play Station, debido a este incordio. El gran aumento de la demanda ha hecho establecer un mercado ilegal paralelo en el Africa central. Nótese el resultado de esta nueva “fuerza del mercado”: 3 millones de muertos en cuatro años. Veamos.

Para muchos países africanos, a finales del siglo XX, la devaluación de los productos agrícolas, y la desertificación, provocaron una fuerte revalorización de sus recursos mineros, nueva fase del errante camino para relacionarse con el mercado internacional. En las provincias del este de la República Democrática del Congo (RDC, Zaire), consideradas por la UNESCO reservas ecológicas de gran importancia, se encuentra el 80 % de las reservas mundiales de coltan. Allí han puesto sus ojos, sobretodo en los últimos diez años, las grandes multinacionales: Nokia, Ericsonn, Siemens, Sony, Bayer, Intel, Hitachi, IBM y muchas otras. Se han formado en la zona toda una serie de empresas (muchas de ellas “fantasmas”) asociadas entre los grandes capitales transnacionales, los gobiernos locales y las fuerzas militares (estatales o “guerrilleras”) para la extracción del coltan y de otros minerales como el cobre, el oro y los diamantes industriales. Las grandes marcas comenzaron la disputa por el control de la región a través de sus aliados autóctonos, en un fenómeno que la misma Madeleine Albright llamó “la primera guerra mundial africana”.

En 1997 fue derrocado el presidente congoleño Mobutu Sese Seko, de estrecha relación con los capitales imperialistas de origen francés. Kagame (sic), actual presidente de Ruanda, quién estudió en centros militares de EE.UU. e Inglaterra, y Museveni, presidente de Uganda, país considerado por Washington, un ejemplo para las naciones africanas, lideraron la conquista de la capital de la RDC, Kinshasa, y pusieron a cargo de este país a un amigo, Laurent Kabila. En un nuevo reparto se dispusieron concesiones mineras para empresas varias entre las cuales figuran la Barrick Gold Corporation, de Canadá, la American Mineral Fields (en la que Bush padre tenía intereses) y la surafricana Anglo-American Corporation, todo ello en desmedro de las antiguas “concesionarias” francesas.

En los años transcurridos hasta hoy han disputado la guerra dos bandos no demasiado estrictos. Ruanda, Uganda y Burundi, apoyados por los EE.UU., solventados por créditos del FMI y el Banco Mundial, y ligados a varias milicias “rebeldes” con nombres exóticos (Movimiento de Liberación del Congo, Coalición Congoleña para la democracia), por un lado, y la RDC (liderada por uno de los hijos de Kabila, luego de que su padre fuese asesinado por ruandeses), Angola, Namibia, Zimbabue y Chad y las milicias (hutus y maji-maji) correspondientes, por otro. En 1999 se establecieron las líneas divisorias entre las fuerzas opuestas, en el Acuerdo de Lusaka, una suerte (siempre provisional) de reparto del territorio, a la usanza de la Conferencia de Berlín de 1885, donde las potencias europeas se distribuyeron el continente para facilitar el saqueo y explotación . Una de las posibilidades futuras es, entonces, la partición de la RDC.

Si todas estas naciones se disputan el control del territorio, desde otra perspectiva son las propias corporaciones las que están repartiéndose la zona. Se han creado distintas empresas mixtas con este fin, la más importante de las cuáles es la SOMIGL (Sociedad Minera de los Grandes Lagos) que está integrada por tres sociedades: la Africom (belga), la Promeco (ruandesa) y la Cogecom (surafricana). Todas las licencias para la compra-venta del coltan fueron suprimidas a fines del 2000. Las fuerzas militares ruandesas ligadas a la SOMIGL han logrado de esta manera evitar el “gasto” de intermediarios, controlan monopólicamente la comercialización del coltan. Sus camiones y helicópteros hacen el traslado interno. Poseen, por supuesto, sus propias compañías de transporte que son propiedad de parientes cercanos a los presidentes de Ruanda y Uganda. Utilizan los aeropuertos de Kigali y Entebe entre otros. En estas verdaderas zonas militares las compañías aéreas privadas (una de las cuales - Sabena - de origen belga, está asociada a American Airlines) ingresan armas y se llevan minerales.

La mayor parte del coltan extraído (luego de ser acumulado hasta subir los precios) tiene como destino los EE.UU., Alemania, Bélgica y Kazajstán. La filial de Bayer, Starck, es la productora del 50% del tantalio en polvo a nivel mundial. Con el tráfico y la elaboración están vinculadas decenas de empresas, con participación en grandes corporaciones monopólicas de diversos países. Naturalmente “una entidad financiera, creada en 1996 con sede en la capital de Ruanda - Kigali - , el Banco de Comercio, Desarrollo e Industria (sic, BCDI) y que ejerce de corresponsal del CITIBANK en la zona , mueve fuertes sumas de dinero procedente de las operaciones relacionadas con coltan, oro y diamantes” .

Es de nuestro interés destacar cómo, para este negocio, se relacionan estrechamente los grandes capitales monopólicos de las grandes potencias con los poderes y capitales locales, a través de las formas típicas del capital imperialista : las asociaciones monopolistas de comercio, industria y bancos (organizadas a través del mecanismo de la participación, que ya destacara el propio Lenin) y la vinculación entre empresas privadas, estados y familiares del gobierno . No se trata de malas personas y gobernantes corruptos, estamos ante los mecanismos arquetípicos del imperialismo. Véase un ejemplo: “ Eagle Wings Resources (EWR) es una joint-venture (empresa d


"Primera Guerra Mundial Africana"

© afrol News

e riego compartido) entre la americana Trinitech y la holandesa Chemi Pharmacie Holland.

El representante local de EWR en la capital de Ruanda es Alfred Rwigema, el cuñado del presidente Paul Kagame. La ONU acusa al presidente ruandés de jugar un papel motor en la explotación de los recursos naturales de la RDC”.

Las grandes empresas financian, por supuesto, a las distintas fuerzas militares, que montadas en los preexistentes conflictos interétnicos, sostienen una guerra por el control de las minas, en la que en los últimos cuatro años han muerto entre 2,5 y 3 millones de personas. Ruanda y Uganda han diseminado unos 40.000 soldados, que cuentan con los mejores equipos, en los Parques Nacionales de la RDC, donde se hallan las reservas. Según el mismo Kofi Annan ha declarado: “la guerra del Congo se libra por el control de sus riquezas naturales”. En un informe del IPIS (investigación del Servicio de información para la Paz internacional independiente) se demuestra que las sociedades europeas y norteamericanas que comercian con el coltan contribuyen a la financiación de la guerra. Tienen un gran interés en que continúe la “inseguridad” para permanecer en el Congo a través de las tropas guerrilleras.

En las minas aluvionales trabajan diariamente más de 20.000 mineros, bajo un sistema represivo organizado por las fuerzas militares y los poderes locales - de los dos bandos en disputa. Estas pagan a los trabajadores unos diez dólares por kilo de coltan (que en el mercado de Londres cotiza alrededor de 250-300 dólares) y exigen además a estos para “permitirles” trabajar que se pongan con una cucharada diaria del mágico mineral, especie de tributo en especie, con el que recaudan alrededor de un millón de dólares mensuales.

La fuerza de trabajo aquí utilizada está compuesta fundamentalmente por ex campesinos y ganaderos (luego de que se devaluara la producción agrícola congoleña para la exportación - algodón y otros productos), que se alejan por largos períodos de sus comunidades y familias, refugiados, prisioneros de guerra (sobretodo hutus) a los que se les promete una reducción de la condena, además de miles de niños de la región, cuyos cuerpos pequeños pueden fácilmente adentrarse en las minas a ras de tierra. El reclutamiento de esta mano de obra opera en una doble dimensión, mercantil y coercitiva, en un doble mercado de trabajo. Las zonas mineras y las zonas de operación militar terminan por confundirse. Las migraciones frecuentes desde otras regiones hambreadas (entre 5 000 y 10 000 personas por año) son, muchas veces, definitivas, si observamos el número de muertos. Las poblaciones vecinas reclutadas a trabajar y trasladadas por la fuerza, sirven de cantera de mano de obra para esta empresa capitalista; hostigadas por grupos armados han abandonado sus residencias o se han convertido en mineros. Estos trabajadores rescatan coltan de sol a sol, y duermen y se alimentan en la selva montañosa de la zona. Se reproducen en las comunidades y en la selva por sus propios medios, alimentándose elefantes y gorilas autóctonos, mientras las guerrillas comercializan cueros y marfil.

En otros términos: el capital, por lo tanto, no se encarga de la totalidad de la reproducción de esta fuerza de trabajo, que además de aportar en la producción de plusvalía (del coltan), aporta una especie de renta en trabajo metamorfoseada. Superexplotación: los mineros dan valor al coltán con su trabajo, pagan un tributo al estado local y además trabajan para conseguir los medios de supervivencia, alimento y refugio. Superbeneficio para el capital invertido que obtiene tasas de ganancia exorbitantes, realizadas con el sustento indispensable de la represión y el trabajo forzado. Como es tradicional en África, el racismo, la xenofobia y la ideología discriminatoria en general, son esenciales para el funcionamiento de este doble mercado de trabajo (asalariado y forzado - no libre). Aquí se monta específicamente en los conflictos interétnicos: son reclutados en especial los pigmeos y los hutus.

El capital imperialista que desde siempre (sobretodo desde la colonización de África a fines del siglo XIX) contó con el poder local, sostenido “consuetudinariamente”, para la provisión y reproducción de mano de obra barata, encuentra a través de los mecanismos descriptos, una forma de su “actualización” (neocolonización dicen algunos). El trabajo forzado fue abolido por ley luego de la independencia, en la mayoría de los países africanos, pero como está sostenido en las particulares relaciones de poder consuetudinario de obediencia al jefe local, continua existiendo. Salongo lo llaman en el Congo actual. Los funcionarios de los estados locales asumieron históricamente, por supuesto, funciones de policía. Cuando los campesinos o los niños no acuden a las minas por el simple atractivo de los dólares, allí está la compulsión estatal-policial como forma alternativa de reclutamiento. Mercado y fuerza no son aquí contradictorios.

La patronal de las grandes empresas, los gobiernos de la región y los organismos internacionales “explotando la contradicción de la superexplotación” pretenden jugar el rol de mediadores entre los semiesclavizados trabajadores y las bandas militares xenófobas. La ONU propone un embargo provisorio de la mercadería. Mientras tanto las ONGs y los ecologistas denuncian ¡la extinción de los monos! En lo que constituye un sentimiento humanista maravilloso, titulan: “Los teléfonos celulares agravan la situación de los gorilas del Congo”. Y quieren que las mismas empresas que acumulan su capital aquí a sangre y fuego ¡inviertan en proyectos de ayuda para el tercer mundo!. En Angola y en Sierra Leona el tráfico de diamantes financia y necesita de una guerra muy similar desde hace años. Hace unos meses, el 30/7 de este año se celebró una fantochada de acuerdo de Paz entre Kagame y Kabila. ¿Quién fue el intermediario? El vicepresidente de Sudáfrica, país capitalista de primer orden, de donde provienen muchos de los capitales que explotan las minas congoleñas. Se regularán quizás, es decir, se legalizarán, las relaciones de explotación. Pero la masacre continua.

Guerra múltiple (económica, civil, interétnica, regional pero también solapadamente interimperialista o intraimperio como dirían algunos) y saqueo sistemático, nos hablan de un proceso de expoliación y proletarización (muchos no han conservado ni siquiera la vida), de acumulación primitiva de capital, continuamente renovada, que asume formas específicas en los países del tercer mundo: trabajo forzado, reclutamiento, endeudamiento, doble mercado de trabajo, propiedad de la tierra de hecho garantizada por las fuerzas armadas. Las multinacionales no han necesitado aquí muchos planes de modernización, se benefician de la fuerza de trabajo casi gratuita, un ejército industrial de reserva que vive en una pauperización absoluta en muchos casos. Esto, como es evidente, limita las posibilidades de desarrollo de un mercado interno y de una burguesía industrial local. Sólo quedan para ésta el control del comercio ilegal de armas y materias primas. La llamada transferencia de valor de la periferia hacia el centro significa que de la totalidad de la plusvalía producida en estos países, a costa de millones de muertos, las grandes multinacionales, acaparan la mayor parte, justificadamente de acuerdo a la concentración de sus capitales.

“Las crecientes necesidades de la industria tecnológica del mundo han creado graves conflictos en los países menos desarrollados” nos dice el rotativo canadiense The Industry Standart, en un comentario que es aplicable a cualquier época por lo menos desde el siglo XIX. Los países capitalistas periféricos reciben en el reparto mundial funciones específicas en beneficio de los grandes capitales monopólicos . La tasa de ganancia media se regula a nivel del Mercado Mundial, y para cada época, depende en especial de las ramas industriales de punta, que funcionan como motor de la acumulación del resto. Hoy el coltán es fundamental para que muchas de estas industrias “de punta” rindan sus frutos. En este sentido la explotación de las minas africanas, que el mismo Pentágono considera estratégicas, son fundamentales para la reproducción del capital imperialista globalmente considerado. Esta forma monopólica del capital, que en una lectura atenta del libro de Lenin, constituye el rasgo más importante en la definición del Imperialismo, organiza en la República Democrática del Congo y en muchos otros países, militar, política y económicamente, la vida de las masas proletarias de ayer y de hoy. Aquí reside, a nuestro entender, la clave de la actualidad y la pertinencia del concepto. El imperialismo es fundamentalmente una forma específica de organización de la producción y reproducción del capital y del trabajo, y no tanto la hegemonía de una nación sobre otras. Necesita en este sentido del Estado (de los estados) más allá de si estos asumen o no rasgos nacionales.

Sobre la tumba de los 2000 niños y campesinos africanos que mueren por día en el Congo, podemos, distraídos, seguir usando nuestros celulares.


© afrol News / Ramiro de Altube

http://www.afrol.com/es/features/13258

MEDIOS DE COMUNICACIÓN.. OFENSIVA MACABRA DE LA OLIGARQUÍA MEDIÁTICA

Escrito por Fernando Buen Abad Domínguez (CMI Fundación Federico Engels Rebelión)
Semiótica de la muerte y la “narcocultura” en los mass media y la farándula informativa

Armarse hasta los dientes también con mass media

Con el pretexto, nada inocente, de “informar” sobre la “guerra contra el narcotráfico”, y la “inseguridad”, que azuelan rentablemente a los pueblos latinoamericanos, las televisoras de las oligarquías se solazan, sin empacho, entre baños de sangre y espectáculos de cadáveres. Todos narran idéntico su placer, nada oculto, por exhibir víctimas ensangrentadas a destajo y para levantar las banderas de sus moralejas militaristas y represivas. Todos anhelan liderar el paraíso alienante en el que, a punta de pavor mediático, se justifique cualquier alianza, cualquier invasión, cualquier violación de los derechos humanos con el pretexto de luchar contra el “crimen organizado”. En décadas de saliva, gastos descomunales y muertes a mansalva, los resultados son paupérrimos. Hoy su “Alma Mater” son las bases militares yanquis en Colombia.


Todos, los burgueses, quieren más presupuestos y más “fuerzas del orden”, todos quieren más “asesores” extranjeros, más aplausos monetarios de la DEA y más presencia militar en las calles. Para eso han creado el monstruo mass media insaciable que, a mañana, tarde y noche, exhibe sin control escenas inenarrables de barbarie y desmoralización social. ¿Quién los frena? ¿Quién regula u ordena su discurso? ¿Quién pone por encima de este negocio macabro la salud mental de los pueblos, la integridad emocional de los niños, la salud colectiva de los imaginarios sociales? ¿Acaso el neoliberalismo mass media?

Esta forma del “Terrorismo Mediático”, envuelto en túnicas legalistas, oscila sus ambigüedades simbólicas entre la urgencia de control efectivo y contundente (que sólo los pueblos deben ejercer) y la tarea ideológica burguesa que camufla con filantropía de mercenarios su ofensiva de miedo contra el malestar social. Y entonces todo son excesos de obscenidad y pornografía “noticiosa”. Todo es exceso, demasiados militares de espalda a sus pueblos, demasiados operativos, demasiados crímenes en las pantallas, las radios y los periódicos del las oligarquías. Y aun así, ineficiencia, incapacidad e inoperancia. El crimen crece y se vuelve espectáculo... y se vuelve negocio, los anunciantes apuestan al raiting de la sangre.

“Censura” gritan las oligarquías mediáticas cada vez que uno exige medidas jurídicas, culturales o políticas para democratizar los medios y frenar sus abusos. Violación de la “Libertad de Expresión” proclaman los negociantes burgueses de los “mass media”, cada vez que uno exige que cumplan con su “Responsabilidad Social” y cesen en su ofensiva patológica contra la sensibilidad de los destinatarios. “Acoso”, patalean los lebreles de la “información” cada vez que uno se niega a seguir siendo esclavo o rehén de sus demagogias “periodísticas”. Los delincuentes de la cultura de masas capitalista, armados con cámaras y micrófonos, se hacen pasar por víctimas toda vez que el hastío y el asco social se torna en denuncia contra sus latifundios de impunidad. No dejaremos de insistir.

Luego de meses y años de ensayar su fórmula macabra de exhibicionismo criminal los mass media se han vuelto cómplices de la “cultura del narco”. Y los estragos atemorizantes (por señalar sólo lo menos) dejan huellas que son de suyo objetos de estudio y frentes de lucha social nuevos. Es imposible ser indiferentes. Los efectos de la “narcocultura” son realmente preocupantes, la burguesía mass media lucra de manera chantajista con el miedo real de la población.. Tal lucro mediatizado es un síntoma visible de descomposición capitalista. Todos los días, a todas horas se exhiben escenas de asesinatos, secuestros, extorsiones, robos y episodios de personas decapitadas y tal espectáculo de real barbarie son consecuencia de un sistema que produce pobreza, crisis de salud pública, educación paupérrima y corrupta, carencia de vivienda y destrucción del empleo. Y por colmo sistema económico y social que genera criminales disfrazados de empresarios y multimillonarios cómplices del saqueo y la explotación. El capitalismo sangriento que obliga a la población a convivir desaforadamente con la industria del narco desde su producción, distribución, consumo y consecuencias asesinas.

Tal es la base material del “crimen organizado” que cierra posibilidades a miles y miles de personas inocentes que, de un modo u otro, son víctimas del consumo y del acarreo, y además, pagan con sangre su situación de rehenes mientras por los bancos circulan las millonadas que tocan a gobiernos, ejércitos, policías y mass media. Quien intente probarlo es cadáver de inmediato con espacio televisivo asegurado. Circo redondo. El fondo real del asunto es usar los llamados medios de comunicación para endurecer las políticas represivas, la política de silenciar a los pueblos, amedrentarlos y hacerlos causa primera y última de más inversiones para militarizar a los países. Endurecer la represión contra el movimiento obrero

La clase obrera es mucho más poderosa

Los mass media como herramienta de la burguesía sostienen una guerra simbólica que legitima a la industria del narco y que saca dividendos convertidos en armas represoras de todo tipo, incluso mediáticas. Es necesaria una dirección marxista contra los latifundios semióticos, con base en el movimiento obrero, para tomara el poder de los mass media y derrotar la ofensiva burguesa alienante y militarizada. Cada vez esta más claro el problema de seguridad nacional que comporta la alianza mass media y barbarie. Cada vez esta más clara la necesidad de discutir y combatir continentalmente la concentración monopólica de herramientas mediáticas para descarrilar la voluntad democrática de nuestros pueblos. Cada vez esta más clara la urgencia de una Cumbre Latinoamericana en materia de Comunicación y las tareas de una Corriente Internacional de la Comunicación hacia el Socialismo. Tenemos enfrente la Guerra de IV generación y el pretexto burgués de la lucha contra el narco para armarse hasta los dientes contra las revoluciones nacientes. Eso no lo dicen en la “tele”... los trabajadores lo saben.

http://colombia.elmilitante.org/colombia/politica-nacional/108-medios-de-comunicacionofensiva-macabra-de-la-oligarquia-mediatica.html

LOS COSTOS DEL CALENTAMIENTO GLOBAL


Debido a la sequía que afectó las últimas campañas agrícolas, fenómeno que para los entendidos es una consecuencia del calentamiento global, Argentina tuvo una pérdida económica equivalente a 20 mil millones de dólares. Pero el dato revelado por un reciente informe del Banco Mundial es sólo un ejemplo menor del castigo que la alteración de la naturaleza está infligiendo a Latinoamérica, donde se concentra un tercio de las catástrofes naturales, que cada año se cobran no menos de 150 mil muertos. Sobre esta cuestión intentaron llamar la atención ayer especialistas de la Agencia para la Salud de Naciones Unidas en el Centro de Convenciones barcelonés, donde se prepara la próxima cumbre sobre Cambio Climático de Copenhague. Allí debería cerrarse un acuerdo global para mitigar la contaminación, algo que ayudaría a disminuir esas drásticas respuestas del planeta a la agresión humana. La organización católica Cáritas añadió una invocación a las naciones ricas para que el dinero que destinen a paliar los efectos de esos dramas no sea quitado del que hoy aportan para otro problema asociado: el de la pobreza. El dramatismo de los mensajes resultaba contrastante con la plácida belleza de este cálido otoño de Barcelona, ciudad del mundo rico donde todo aquel dolor pareciera estar lejos.

Los horrores que provoca una naturaleza cambiante no son patrimonio exclusivo de Asia, que recurrentemente se sacude con tsumamis o sequías pavorosas, seguidas de hambrunas. En ese escenario tiene lugar el 34 por ciento de esos fenómenos. Pero América latina está en segundo término, con un 30 por ciento de estas alteraciones, a veces expresadas como fenómenos de menor envergadura, pero igualmente dañinos. Las inundaciones o su versión opuesta, la sequía, son las dos formas en las que la agresiva corriente del Niño se expresa cada vez con más intensidad y frecuencia. Y según coinciden los especialistas, tanto la Argentina como Chile están en un lugar sensible de mapa a esos azotes.

Los números son contundentes. Según la Agencia de Naciones Unidas para Refugiados, en los últimos veinte años se duplicó la cantidad de desastres naturales y las personas que lo perdieron todo a consecuencia de ello. Y en los próximos 50 años, 250 millones de personas podrían verse obligadas a desplazamientos como consecuencia de los cambios climáticos. Hay más.

Sólo el año pasado hubo más de 300 mil muertos en el mundo por los violentos espasmos naturales, que afectan básicamente a los más pobres. Valga un dato ilustrativo: por cada una de esas muertes en un país desarrollado –donde el calentamiento global también pasa su factura, como la ola de calor intensísima que temporada atrás afectó a Europa– se producen 60 en el otro costado del mundo.

Los responsables del Programa Mundial Alimentario también reconocen en el cambio climático un “multiplicador de las amenazas de seguridad alimentaria”, fundamentalmente para el segmento más vulnerable de la población. La tierra y el agua son recursos cada vez más escasos para los pobres, que por ello requieren mayor asistencia. Y no se trata sólo de un bálsamo para Africa: de 52 millones de personas rescatadas del hambre por planes de ONU, nueve millones son latinoamericanos.

El problema tiene su dimensión económica. El mismo trabajo del Banco Mundial en el que se cuantifican las pérdidas argentinas por la sequía consigna que por cada dólar que se invierte en obras destinadas a evitar catástrofes naturales, se economizan siete dólares del costo que es necesario afrontar cuando éstas se producen. Desde este punto de vista, la inversión en infraestructura o sistemas de alerta temprana parecen ser una inversión preventiva muy redituable. Pero no siempre existe decisión política de ejecutarla, ni cuando lo que está afectado es el territorio propio.

Ayer, uno de los responsables locales de Cáritas hizo junto a los especialistas de Naciones Unidas un llamado para que los países ricos no desvíen recursos que hoy tienen asignados a la atención de la asistencia hacia el desarrollo de proyectos que se ejecuten con la intención de disminuir la emisión de carbono. Así se estaría generando el dilema de la frazada corta que, si tapa un extremo, descubre el otro.

En la jerga técnica de las negociaciones ese problema se resolvería con la “adicionalidad”. Esto significa que los países ricos deben aportar más fondos para disminuir la contaminación sin restárselos a los que ya tienen comprometidos para otros conceptos. En la Unión Europea, por ejemplo, existe la obligación de los Estados de destinar el 0,7 por ciento de su PBI a la asistencia de pobres, compromiso que no todos honraron hasta el momento y del que no deberían estar eximidos.

Un punto clave en las negociaciones de Barcelona con miras a un acuerdo que permita prorrogar o reemplazar el Protocolo de Kioto es cuánto dinero aportarán las naciones desarrolladas para ayudar al resto del planeta a adaptarse a las alteraciones del clima que ya son inevitables o para mitigar la emisión de carbono, responsable del efecto invernadero. No hay ningún acuerdo cerrado: se barajan algunas alternativas como los “entre 15 y 22 mil millones de euros” anuales que la Unión Europea estaría dispuesta a aportar en el marco de un acuerdo que se ve muy difícil.

Por Cledis Candelaresi

http://www.desdeabajo.info/index.php/actualidad/internacional/5720-los-costos-del-calentamiento-global.html

THE WAR ON DEMOCRACY