martes, 1 de junio de 2010

MEMORIA, ÉTICA Y PORVENIR

Por: Zabrina Molina, César Badillo y Héctor Arenas | Enviar Correo al Autor | Más Artículos del Autor

Pero ahora quiero recordar a aquellos
que ya no volverán aunque los llames.
M. C.

Llega el mes de abril y la luz cálida va venciendo la penumbra y el frío de un invierno lluvioso y prolongado; acudimos a una reunión con el Maestro Manuel Reyes Mate en la mítica y hermosa Residencia de Estudiantes: El año pasado, Reyes Mate obtuvo el Premio Nacional de Ensayo del Ministerio de Cultura de España, con su obra La herencia del olvido; el tema que nos convoca hoy es su especialidad: La Memoria.

La memoria es peligrosa



Walter Benjamin señaló que la memoria abre expedientes que el Derecho da por clausurados. Traemos a colación esta sentencia para iniciar el diálogo y Reyes Mate, que acaba de llegar de Turín de un encuentro en torno al Pensar en español, nos observa con sus ojos claros y serenos, y con voz grave y pausada nos dice: “La memoria es peligrosa y por eso los poderes políticos siempre han tenido una política de la memoria, es decir, una instrumentalización de la memoria. Cuando la memoria expresa las injusticias pasadas, cuando es la voz de las víctimas, entonces se convierte en un asunto peligroso, lo estamos viendo en España. Se hablaba mucho de memoria, pero la mayor parte de las veces se hacía en un plan retórico; cuando la memoria se ha convertido en el epicentro de una revisión crítica del franquismo y el juzgamiento de los responsables, han saltado las alarmas y se ha convertido en un problema político que divide al país, porque los falangistas están pretendiendo juzgar a quien ya asumió la responsabilidad de juzgarlos”.

Sus palabras nos evocan de manera inmediata el valor de la Corte Suprema de Justicia en Colombia, que se ha convertido en un bastión de la defensa de lo que queda de institucionalidad democrática –cada vez más reconocido internacionalmente–, por la extraordinaria entereza con la que ha protegido un principio de justicia, en un país que sufre la embestida arrasadora de un modelo totalitario con disfraz democrático, no desligado del resurgimiento del fascismo en la alianza atlántica, y vinculado esta vez a las redes corporativas del presente, y al capital acumulado en las armas, el narcotráfico y el lavado de activos**.

La memoria –continúa Reyes Mate– está estallando en el mundo: Memoria de la conquista, memoria del colonialismo, memoria de la esclavitud, memoria de la guerra civil, y este ascenso de la memoria nos permite conocer algo que la historia desconoce: lo oculto, lo declarado insignificante por la historia, lo vencido, lo fracasado, los no hechos, lo que subsiste sólo como posibilidad porque no pudo ser. En este sentido, es esclarecedora la frase de Gabriel García Márquez en Los funerales de la mama grande: “Vamos a contar los hechos tal y como fueron antes de que lleguen los historiadores”.

Las palabras de Reyes Mate son certeras y actúan como detonantes de nuestra propia memoria: la de los seres cuya vida fue arrebatada por soñar y buscar un país justo, la memoria de los que han asumido los riesgos y la zozobra de vivir amenazados por no callar la verdad frente al crimen y el régimen de oprobio, la memoria de los que no han permanecido indiferentes y que han renunciado al confort que brinda el halago astuto, o el silencio cómodo, y han asumido desde la ética en los diversos intersticios de la vida cotidiana, las dificultades que implica el no guardar silencio frente a la ausencia de soberanía y la captura mafiosa del Estado.

Memoria y justicia



Preguntamos entonces por otras novedades que estén aconteciendo en el plano de la memoria, y Reyes Mate nos contesta: ¡Su identificación con la Justicia! Y para explicar lo que esto significa, podemos recordar la respuesta que dio Primo Levy a una jovencita que estaba escuchando los relatos de los campos de exterminio y le preguntó: “Pero, ¿qué podemos hacer nosotros?” Y Primo Levy le respondió con una frase muy críptica: “Los jueces sois vosotros”. Uno se pregunta –continúa Reyes Mate– ¿qué justicia puede administrar un oyente? Mientras vivimos nosotros, los supervivientes, mantenemos viva la memoria de la injusticia, pero el día en que desaparezcamos no habrá memoria de la injusticia, y sin memoria de la injusticia es como si la injusticia no hubiera tenido lugar: Los muertos, los sacrificios, la bestialidad… Entonces, lo que pide Primo Levy a los jóvenes es mantener viva la memoria de la injusticia porque sin memoria de la injusticia no hay justicia posible. Eso no significa que la memoria de la injusticia repare todos los daños de la injusticia, pero el mantener viva la memoria de lo irreparable es imprescindible para cualquier derecho que asuma la tarea de la justicia.

Las reflexiones de Reyes Mate nos recuerdan el valor de la propuesta del ex magistrado Augusto Ibáñez, en el sentido de organizar un proceso que permita a nuestro pueblo saber lo que nos ha sucedido en las últimas décadas. Una nueva forma de memoria y divulgación que responda al hecho de que, sobre la persecución y el exterminio iniciado en 1948, o en 1985, en su fase más reciente, se ha tendido un manto de olvido y tergiversación que nos impide conocer lo que nos ha ocurrido como comunidad. Resulta imprescindible una memoria esclarecedora de lo sucedido si queremos dejar atrás el ciclo repetido del horror. En este proceso de memoria sería esencial –consideramos– el valeroso trabajo de Nunca Más (www.colombianuncamas.org).

El Maestro Reyes Mate nos regresa al presente: la memoria abre expedientes que el Derecho, la historia, dan por clausurados. Hay memoria de la injusticia mientras la injusticia no sea reparada. Y mientras la injusticia no sea reparada, no se puede hablar de prescripción ni de reconciliación ni de paz ni de nada. La memoria de la injusticia se rebela frente a todas las formas de olvido que tiene el Derecho, entre ellas las leyes de punto final.
Cuando hablamos de memoria, hay que tener en cuenta que se trata de un proceso, y muchas veces no sólo nos quedamos en el inicio sino que también admitimos sin deliberar, procedimientos preconcebidos y contrarios al acceso a una memoria esclarecedora y justa.

El final tendrá que ser la reconciliación; el criminal en los conflictos, además de hacerle daño a la víctima, le causa daño a la sociedad porque la divide entre quienes celebran las muertes y quienes las lloran. Además, empobrece a la sociedad porque la priva de la víctima y también de sí mismo, porque se reduce a la condición de delincuente.

Al hablar del conflicto en Colombia –pensamos mientras escuchamos a Reyes Mate–, debemos tener en cuenta que las víctimas corresponden a una amplia gama: las víctimas del capitalismo como sistema económico que degrada, enfrenta y aniquila; de la condición imperial que ubicó a Colombia hace tiempo como espacio geopolítico importante; las victimas de la guerra sucia que decretó el exterminio de quienes encarnaban ideas diferentes del orden segregador, heredado, y las victimas de las guerrillas, como resultado de la degradación del conflicto. El fascismo y el progreso tienen en común la no reparación en medios para alcanzar fines, la invisibilización de las víctimas.

Conflicto y memoria


Pensar en la superación del conflicto exige la memoria de las víctimas, y la reconciliación como horizonte supone recuperar la víctima y el verdugo. Quien extermina en el conflicto le envía un mensaje a la sociedad diciendo que la víctima es irrelevante para la sociedad política por la cual se lucha. Frente a esto, hay que afirmar la condición de ciudadano de la víctima, y esto está ligado a la recuperación del verdugo, la cual supone que él reconozca que hizo daño, que lo que hizo no fue un acto heroico. Supone también que acontezca el perdón, pero el perdón sólo lo puede dar la víctima si le nace hacerlo.

Las reflexiones de Reyes Mate sobre conflicto, memoria y olvido también nos recuerdan los nexos entre la crisis económica de 1929 y la estampida del fascismo en la década del 30, que culminó en la conflagración de la Segunda Guerra Mundial. La opción, entonces, fue la de la fuerza desnuda para el reparto armado del mundo y de los mercados, para la aniquilación de lo que se consideraba sobrante: gente, fábricas, recursos ambientales, etcétera. Hoy día, en los medios de comunicación y en la calle el tema de moda es la crisis, pero no se tiene en cuenta que las crisis recurrentes se enraízan en una concepción errónea de los fines de la existencia, como vislumbró José Martí, quien asistió a la crisis de 1893 con exceso de mercancías, con despidos masivos, etcétera. No se tiene en cuenta tampoco lo señalado con precisión por Evo Morales en la Cumbre de la Tierra: “Sólo tenemos dos caminos: La Pacha Mama o la muerte. Muere el capitalismo o muere la Madre Tierra”.

Identidad, autonomía, valores



Reyes Mate responde a nuestra inquietud: esta crisis ha sido un test muy interesante y nada hemos aprendido. Me producen gran perplejidad los límites de nuestro saber crítico. Pudo haber sido la ocasión para dar a luz algo alternativo. Se pudo haber dado una reflexión a fondo sobre el capitalismo. ¿Por qué no ha sido posible? Se entiende que los políticos no la promuevan porque eso cuestiona el statu quo de la clase política, pero lo que llama la atención es que tampoco haya habido, desde la reflexión crítica, desde el mundo intelectual, una propuesta atractiva. Hay una especie de resignación intelectual, como si tras la crisis del marxismo sólo se pudieran poner parches: mejorar unos derechos aquí, considerar otros derechos allí, pero no hay propuestas alternativas. Entonces, lo que sale reforzado es el capitalismo: hay que salvar a los bancos porque si no perdéis todo; lo vuestro depende de ellos.

Se entiende entonces que el bienestar de la ciudadanía depende del enriquecimiento de las élites. Así, cada vez estamos más sumidos en las contradicciones y al mismo tiempo más paralizados. Las desigualdades de hoy son heredadas, no son el producto del azar. No son hechos naturales como los ríos y lo montes. Las desigualdades pueden ser injusticias. Yo encontré alguna luz en Walter Benjamin. Él diferenciaba el examen del capitalismo del siglo XIX y el del siglo XX; en el primero, decía, hay que examinar la fábrica, en el segundo hay que analizar el escaparate, el escaparate orienta nuestros valores, nos sueña. El consumismo no es sólo la voracidad del consumo sino también la renuncia a pensar por nosotros mismos los valores.

Las reflexiones de Reyes Mate nos instan a tener presente la magnitud de los estragos causados en Colombia y el hecho de que la mayor parte de las opciones que ofrece el escenario político que se abre este año son las mismas soluciones que han sido raíz del desastre. En este tiempo preelectoral, esta memoria nos permite comprender que, sin revolución ética y ecológica, no tendremos porvenir. Comprender que, como tejido colectivo, aún carecemos de instrumentos que nos permitan oponernos masivamente a la astucia que nos condena a reeditar la dinámica que impele el ciclo de la miseria material y espiritual, pudiera brindarnos la clave para comenzar la labor. Pues, además de los ríos de sangre que no han cesado de correr, y del imperio de las más aberrantes injusticias que no ha cesado de funcionar, hemos sido catapultados a un proceso de involución cultural en el cual los medios masivos de comunicación han cumplido la pérfida tarea de manipular las conciencias y someter las mentes a la confusión y el odio. La mayor parte de la educación, salvo excepcionales e invaluables ínsulas, se ha plegado a este proceso por la conversión de las instituciones en una suerte de expendios mercantiles de títulos.

Sin embargo, en medio de la penumbra también alientan las semillas del decoro, las prefiguraciones diversas de un porvenir posible que se enraíza en el amor sin tregua. En nuestro país ha emergido un tejido de la honorabilidad en el proceder que porta en sí la energía invencible de la memoria de las víctimas sacrificadas por quienes no han dudado en derramar la sangre y desestancar los odios, para preservar el orden de privilegios y la red de capitales engordados en el crimen.

La alianza ética que reúna la amplísima diversidad que no es indiferente a los medios que se utilizan para alcanzar los fines, así como procura hacer bien el oficio o la labor en que se ocupa, nos permitirá cruzar el umbral que nos mantiene sumidos en una espiral de confusión y barbarie. Sin la ética, sin la fuerza espiritual, no tendrán lugar las variaciones que precisamos. De nada servirá cambiar un poder por otro si las ambiciones de honores y fortunas prevalecen sobre el deber de consagrar las energías a la curación de tantos destrozos en el tejido social, los universos interiores y la naturaleza. Aquí se hace urgente una nueva nemotecnia, un procedimiento claro que nos permita, con base en la memoria, acceder una reconciliación real.

La economía tendrá que salir del control corporativo y mafioso que hoy impera, e incorporar en los principios que la inspiren, el saber de las comunidades que labran con el ejemplo cotidiano una nueva-antigua manera de habitar: compartiendo, cooperando, sanando la tierra y reconociendo que pertenecemos a ella en lugar de creer tontamente que ella nos pertenece; apostando por la evolución cultural y espiritual, en lugar de colocar un acento excluyente en la acumulación de bienes materiales como horizonte de la existencia.

La justicia no tendrá que ser reducida a la dimensión vindicativa porque deje de ser justicia en su esencia de curación y transformación radical del orden heredado. La magnitud de los estragos exige un movimiento amplio que reúna la multi-com-plicidad diversa que comparte conciencia sobre lo imprescindible que resulta la evolución interior, como paso insoslayable para transformar el mundo, que también comparte el sentimiento del servicio en diferentes esferas como parte de nuestra responsabilidad al habitar esta tierra.

* Con base en una entrevista con Manuel Reyes Mate
** Ver La riqueza tras el poder, obra de Robert Brady.

http://www.eldiplo.info/mostrar_articulo.php?id=1094&numero=89

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